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Prejubilaciones: 'La importancia de la transferencia del conocimiento' (Nota Técnica)

La gestión del conocimiento de prejubilados y jubilados en las empresas y administraciones españolas, nos pese lo que nos pese, está todavía en sus comienzos. A la sociedad empresarial y administrativa a veces se nos "llena la boca", en grandes conferencias y seminarios que tratan el asunto, cuando se presentan herramientas informáticas y sesudos procesos que tratan de medir y contabilizar el conocimiento que la empresa atesora. Pero no siempre entendemos lo que tenemos entre manos. Nadie va a creer que somos capaces, que es posible que podamos entender el valor del grupo, si nuestras decisiones van en dirección contraria cuando nos desprendemos de un empleado. Cuesta trabajo entender cómo en el año 2007 los gestores empresariales, sindicales, políticos y sociales, no han asimilado ni puesto en práctica todavía agresivas políticas de protección del conocimiento de los colectivos que sacamos de nuestras empresas, en un mundo en el que el capital intelectual, los activos intangibles y las capacidades organizativas, son parámetros clave para entender el entorno competitivo en el que nos movemos. Deberíamos estar buscando e inventariando el aprendizaje individual y colectivo para satisfacer las necesidades de nuestros clientes, y para ello sería imprescindible que midiésemos, analizásemos, mejorásemos, monitorizásemos, promoviéramos y recompensáramos el aprendizaje, tratando los activos intangibles con el mismo respeto y rigor con el que tratamos los tangibles desde hace muchos años.

Pocos autores de la bibliografía consultada reparan en la valoración del conocimiento que se pierde durante el proceso de prejubilación o jubilación anticipada.

Entendemos que la escalera básica del saber tiene como primer peldaño los datos, que son fácilmente compartibles. Pero está claro que archivar datos no es preservar el conocimiento; de hecho, es ahora cuando más datos se archivan en sistemas informáticos, y probablemente cuando más descuidamos aquél. El segundo paso es la información: sólo cuando nuestros cerebros tienen tiempo suficiente para procesar los datos, es cuando éstos pasan a ser información. El tiempo de procesado no requiere la presencia de apoyo explícito, si bien reduce considerablemente los tiempos de procesamiento. Convertir esta información en conocimiento, es el tercer eslabón de nuestra cadena, y requiere más tiempo aún, y el apoyo inexcusable de personas con la experiencia suficiente como para que ese conocimiento se inculque en nuestro interior como comprensión y saber, que a su vez nos permite ponerlo en práctica y compartirlo.

No pocos autores han tratado de cuantificar desde principios de los años 90 el capital intelectual de las empresas. Sin embargo, hasta la fecha, no parece que exista consenso entre los analistas de prestigio, a la hora de valorar el capital intelectual de forma rigurosa. Se han desarrollado recientemente ejercicios, más o menos teóricos, que tratan de identificar determinadas partidas de la cuenta de resultados, alineándolas con ratios relacionados, pero sin excesivo contenido y resultados objetivos o exportables.

Es evidente que no hay mejora sin un aprendizaje previo, y siendo la primera un objetivo estratégico en la práctica totalidad de las empresas que trabajan en España, no son muchas las que se aplican con el mismo rigor en la segunda, en la optimización de ese aprendizaje, esa variable independiente "X" que nos hará mover la variable dependiente "Y" de la mejora continua. Pocas son las empresas que gestionan el conocimiento como un activo más; de hecho, la mayoría, sin saberlo lo está considerando como un gasto y decide sacarlo para salvar la cuenta de resultados de la empresa, sin casi contrapartida alguna, dejando el Balance "real" descuadrado estructuralmente, en un error básico, pero que probablemente necesitará de otra generación para detectarlo, y algunas más para repararlo y cuadrar el "balance" de nuevo.

Las recientes innovaciones en ordenamientos contables, entre otros FASB y IASB, recomiendan prudencia y conservadurismo en el tratamiento de los activos intangibles. Los avances son todavía limitados en el reconocimiento de estos, si bien se están dando pasos hacia una mayor flexibilidad en su contabilización. En general, se recomienda la emisión de informes alternativos sobre evaluación del capital intelectual, en los que creemos que sería extremadamente útil segmentar la evaluación de este capital por cohortes de edad de la población de empleados, de forma que se pudiese valorar de forma más precisa el coste de las prejubilaciones y jubilaciones en términos de generación de beneficios económicos futuros. En España, como es conocido, el borrador del nuevo PGC presenta unos principios muy similares a los presentes en la NIC 38 emitidas por la IASB. Dicha norma exige un análisis previo para confirmar que un recurso intangible determinado pueda calificarse como activo, y por lo tanto reconocerse en su patrimonio. Como es conocido, se requieren tres criterios principales:

(1) Cumplimiento de la definición de activo
(2) Obtención probable de beneficios económicos futuros
(3) Fiabilidad en la estimación del valor.

Pero además, para el caso de los activos intangibles, es necesaria una novedad que aparece en el citado borrador, y que se refiere a su "capacidad intrínseca de ser identificados", criterio éste que perfectamente cumple el colectivo de jubilados y prejubilados al que nos referimos. De cara a estimar la valoración, se deberá tener en cuenta el principio del valor razonable, aunque también pueden ser válidos otros criterios más conocidos, como son el coste de adquisición y el coste de producción. El borrador del PGC ofrece valiosas pistas a la hora de calcular este capital intelectual, por cuanto su valor en libros se determinará por su coste inicial menos su amortización acumulada y las pérdidas de valor que haya podido sufrir. Creemos relevante apuntar que, desde nuestro punto de vista, y frente al criterio tradicional de amortización de activos de una empresa, la "amortización" del conocimiento de un empleado no parece que deba restar, sino precisamente todo lo contrario, puesto que el aprendizaje de una persona durante su vida profesional, debería sumarse, y no restarse, al coste de adquisición que, por otra parte, parece razonable que éste último se calcule incorporando al salario anual incluyendo beneficios sociales, todos aquellos costes asociados a la incorporación del empleado a la empresa.

Parece que el mundo empresarial moderno ha asumido ya que la principal fuente de ventaja competitiva es el conocimiento que posee. Definimos conocimiento, en el entorno empresarial, como la acción y efecto de conocer, es decir, averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas, entender, advertir, saber, así como tener trato y comunicación con otros. De una forma más práctica, conocimiento podría traducirse como la capacidad de resolver problemas, que cumple con una serie de atributos: es volátil, se desarrolla por aprendizaje, se transforma en acción por efecto de la motivación y se transfiere sin perderse.

Creemos recomendable que, antes de proceder a prejubilar o jubilar anticipadamente a un empleado de la empresa, se analice a fondo el efecto que dicha medida va a producir sobre el valor de nuestros activos. Para ello sería útil conocer el porcentaje que dicho empleado aporta al conocimiento total de la empresa. Dentro de éstas, se están comenzando tímidamente la práctica de hacer inventario de los conocimientos existentes:

(1) en primer lugar se realiza un análisis de las actividades, productos y servicios que la empresa ofrece,
(2) en segundo término se realiza un análisis de los procesos involucrados, descomponiendo en componentes o pequeños pasos cada una de las tareas necesarias para producir el producto o servicio,
(3) a continuación se analiza qué conocimiento específico es necesario en cada una de las tareas identificadas,
(4) la suma de componentes, el qué, y el conocimiento necesario, el cómo, representa la funcionalidad del producto o servicio que estemos analizando,
(5) el resultado obtenido en este momento se limita a un conjunto de conocimientos que pueden proveer de diferentes orígenes o fuentes, y que deberemos de filtrar, por lo que será necesario proceder a una validación de los mismos, así como a un análisis de los conocimientos a nivel individuo, que se clasifican y dividen a su vez en cinco niveles de conocimiento: saber acerca de, saber cómo, saber por qué, saber mejorarlo y saber aprender.

Pero el capital intelectual de una empresa es el resultado, no sólo de una suma de conocimientos y habilidades, sino de actitudes que hacen y favorecen que el grupo funcione como un equipo cohesionado de forma efectiva. Eso es lo que distingue a empresas ganadoras de perdedoras, eso es la ventaja competitiva. Pero es que en esa ecuación, tampoco valoramos suficientemente el rol, el papel de ecualización que personas con experiencia, madurez y conocimientos suficientes, proporcionan al equipo en su conjunto. No es, de nuevo, sólo el qué aportan estos prejubilados y jubilados a la ecuación, sino cómo lo hacen.

Es conocido que hace ya 50 años, Peter Drucker anunció el nuevo mundo del trabajador del conocimiento. Pero no tantos reconocen que aquí mismo, en España, ya en el año 1912, se anticipa el concepto del conocimiento por Miguel de Unamuno. Por ello, creemos que sólo algunos de sus párrafos pueden sintetizar lo que a nosotros nos requeriría escribir en varios capítulos: el sentido último y la importancia del "conocimiento" para el hombre y para la sociedad. Así que nos permitirá el lector que, como conclusión de este capítulo, y más que citar a este autor como referencia bibliográfica, lo aportemos a modo de evidencia y aval de nuestro proyecto mediante unas frases extraídas del ensayo "Del Sentimiento Trágico de la Vida", escrito por Miguel de Unamuno en el año 1912:

"Todo conocimiento tiene una finalidad. Lo de saber para saber, no es, dígase lo que se quiera, sino una tétrica petición de principio. Se aprende algo, o para un fin práctico inmediato, o para completar nuestros demás conocimientos. Hasta la doctrina que nos aparezca más teórica, es decir, de menor aplicación inmediata a las necesidades no intelectuales de la vida, responde a una necesidad -que también lo es intelectual- a una razón de economía en el pensar, a un principio de unidad y continuidad de la conciencia.
...Pero el hombre ni vive solo ni es individuo aislado, sino que es miembro de sociedad, encerrando no poca verdad aquel dicho de que el individuo, como el átomo, es una abstracción. Sí, el átomo fuera del universo es tan abstracción como el universo aparte de los átomos. Y si el individuo se mantiene es por el instinto de perpetuación de aquel. Y de este instinto, mejor dicho, de la sociedad, brota la razón. La razón, lo que llamamos tal, el conocimiento reflejo y reflexivo, el que distingue al hombre, es un producto social. Debe su origen acaso al lenguaje. Pensamos articulada, o sea reflexivamente, gracias al lenguaje articulado, y este lenguaje brotó de la necesidad de transmitir nuestro pensamiento a nuestros prójimos.
...Pensar es hablar consigo mismo, y hablamos cada uno consigo mismo gracias a haber tenido que hablar los unos con los otros, y en la vida ordinaria acontece con frecuencia que llega uno a encontrar una idea que buscaba, llega a darla forma, es decir, a obtenerla, sacándola de la nebulosa de percepciones oscuras a que representa, gracias a los esfuerzos que hace para presentarla a los demás. El pensamiento es lenguaje interior, y el lenguaje interior brota del exterior. De donde resulta que la razón es social y común.
...¿Cuál es, pues, la nueva misión de Don Quijote hoy en este mundo? Clamar, clamar en el desierto. Pero el desierto oye, aunque no oigan los hombres, y un día se convertirá en selva sonora, y esa voz solitaria que va posando en el desierto como semilla, dará un cedro gigantesco que con sus cien mil leguas cantará un hosanna eterno al Señor de la vida y de la muerte. Y vosotros ahora, bachilleres Carrascos del regeneracionismo europeizante, jóvenes que trabajáis a la europea, con método y crítica...científicos, haced riqueza, haced patria, haced arte, haced ciencia, haced ética, haced o más bien traducid sobre todo "Kultura", que así mataréis a la vida y a la muerte. ¡Para lo que ha de durarnos todo!... Y con esto se acaban ya-¡ ya era hora!-, por ahora al menos, estos ensayos sobre el sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, o por lo menos en mí -que soy hombre- y en el alma de mi pueblo, tal como en la mía se refleja. Espero, lector, que mientras dure nuestra tragedia, en algún entreacto, volvamos a encontrarnos. Y nos reconoceremos. Y perdona si te he molestado más de lo debido e inevitable, más de lo que, al tomar la pluma para distraerte un poco de tus ilusiones, me propuse. ¡Y Dios no te dé paz y sí gloria!

Miguel de Unamuno, en Salamanca, año de gracia de 1912.

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