•   
XIIedicionKS

  •   

El peor riesgo es no correr ningún riesgo (Artículo)

Desde el momento en que nacemos, aprendemos muchas cosas a toda velocidad, como reír, caminar, comer. Y para aprender, cometemos muchos errores...Sin embargo, a los niños no les preocupa equivocarse, se arriesgan una y otra vez hasta que consiguen lo que quieren. Por este motivo, el ritmo de aprendizaje de esta etapa de la vida es más veloz que nunca. De hecho, jamás volvemos a aprender a este ritmo. ¿Por qué? Porque experimentamos, probamos, nos arriesgamos, nos equivocamos, aprendemos de los e...

Desde el momento en que nacemos, aprendemos muchas cosas a toda velocidad, como reír, caminar, comer. Y para aprender, cometemos muchos errores...Sin embargo, a los niños no les preocupa equivocarse, se arriesgan una y otra vez hasta que consiguen lo que quieren. Por este motivo, el ritmo de aprendizaje de esta etapa de la vida es más veloz que nunca. De hecho, jamás volvemos a aprender a este ritmo. ¿Por qué? Porque experimentamos, probamos, nos arriesgamos, nos equivocamos, aprendemos de los errores y volvemos a intentarlo con insistencia.

Cuando vamos creciendo, sin embargo, determinadas experiencias de la vida van cerrando nuestro entusiasmo por arriesgarnos y aprender. Quizá un injusto castigo de un profesor, tal vez un desengaño amoroso, o la traición de un amigo íntimo...son experiencias que nos han producido dolor, y que no queremos volver a repetir. De esas experiencias seguramente aprendimos que pagamos un alto precio por arriesgarnos, el precio del fracaso, el castigo, el dolor, la soledad...

Es más que probable que los medios de comunicación colaboraron mostrándonos una imagen agresiva y hostil del mundo, y posiblemente algunas personas de nuestro entorno alimentaron inconscientemente ese miedo. Después, en nuestro trabajo y vida de adultos, nos arriesgamos poniendo en práctica nuevas ideas y chocamos contra la forma tradicional de hacer las cosas, y fracasamos...y somos castigados por ello (despido, marginación), lo cual nos lleva a cerrarnos todavía más al riesgo y al aprendizaje.

Como decía el escritor y prestigioso profesor de Stamford John Gardner: "A la mitad de nuestra vida la mayoría llevamos en la cabeza un agobiante catálogo de cosas que no tenemos intención de volver a probar porque las hemos intentado una vez y hemos fracasado...o lo hemos hecho peor de lo que nuestra autoestima exigía."

Esto nos limita, nos reduce a un círculo muy pequeño de unos pocos amigos, de un núcleo familiar cada vez más reducido, de un trabajo estable en el que nos sentimos seguros. Nos hemos hecho cómodos, hemos creado nuestra zona de confort, nuestro pequeño refugio. Y este refugio nos impide aprender, crecer, arriesgarnos. Y lo peor es que, en muchas ocasiones, no nos damos cuenta de haber llegado a ese estado. Es más, proclamamos que estamos más o menos satisfechos con nuestra vida, nos resignamos a hacer el trabajo que no nos gusta hacer y nos excusamos con nosotros mismos echando la culpa a las circunstancias de la vida. Hemos perdido nuestra esencia, o como dijo Gardner: "Somos consumados fugitivos de nosotros mismos".

Yo también era hace unos años un fugitivo de mí mismo en muchos aspectos. Y el coaching abrió mi perspectiva, encendió muchas luces dentro de mí, me ayudó a desaprender y a volver a aprender de nuevo, a experimentar, a probar, a arriesgarme. Y ahora, después de aplicar el coaching a mi vida personal y profesional, tengo la sensación de que he vuelto a mí. Y realmente merece la pena.

Por eso, desafío siempre a mis clientes para que se arriesguen y pierdan el miedo al fracaso y a los errores, ese miedo que tantas veces nos paraliza, porque el peor riesgo que se puede correr es precisamente no correr ningún riesgo, quedarse petrificado y conformarse.

Todos podemos hacerlo, todos podemos saltar los obstáculos y vencer los miedos que nos bloquean, todos somos capaces de abrir nuestro campo de visión, descubrir nuestro verdadero potencial, mirar nuestros errores y fracasos del pasado con una nueva perspectiva de aprendizaje.

Todos podemos ser la persona que queremos ser, y hacer lo que deseamos hacer. Y todos podemos cambiar lo que no nos satisface de nuestra vida. De hecho, solo nosotros podemos cambiarlo. No podemos culpar a nada ni a nadie de ello. Nosotros somos los únicos responsables de nuestra felicidad o infelicidad. Sé que es duro escuchar esta afirmación. Sin embargo, es el primer paso para la felicidad y el éxito: reconocer y asumir nuestra responsabilidad para diseñar nuestra vida.

Adjunto
0.0/5 rating (0 votes)

Leave a comment

You are commenting as guest.