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Laudatio Adela Cortina - Premio Trayectoria Divulgativa Ejemplar 2016

Políticos y tertulianos han incorporado a su particular jerga, un término con el que quieren referirse a cómo el contrario narra la manera en que han ocurrido determinados acontecimientos, o cómo los inventa. Este término no es otro que “el relato”. El término se ha ido extendiendo a otros colectivos. En 2008, el escritor francés Christian Salmon publicó en España, Storytelling, la máquina de fabricar historias y formatear las mentes. El título produce escalofríos. Leerlo me dejo muy mal sabor de boca. Know Square me ofreció un colutorio en forma de taller. Decidí que hablaría sobre Storytelling y ética. Hace de esto algo más de dos años.

Una tarde de domingo, andaba yo buscando documentación con la que enriquecer los contenidos de ese taller. Estaba a punto de desistir. No había nada sustancioso que echarme a la boca. Cómo el taller iba dirigido mayoritariamente a empresarios, crucé entonces cuatro palabras: Storytelling, ética, negocios y empresarios. Apareció entonces el enlace a un artículo titulado La leyenda del empresario excelente. De él extraje el siguiente texto: 

Dicen los entusiastas del storytelling, de la necesidad de contar relatos para generar adhesiones a la propia causa, que es preciso hacerlo también en el mundo empresarial. Habría que contar buenas historias. Pero —y esto no debe olvidarse nunca— historias verdaderas. Es tiempo de escribir en la vida cotidiana el relato verídico de los empresarios excelentes, de los que sobresalen por sus buenas prácticas beneficiando a la sociedad.

No se puede decir más con menos palabras. 

Este artículo, publicado en El País en 2012, estaba firmado por Adela Cortina, de la que se decía al final que es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y Directora de la Fundación ÉTNOR (Ética en los Negocios y las organizaciones). 

Así fue como conocí, literariamente hablando,  a Adela Cortina.


Posteriormente supe que fue la primera mujer en ingresar en la Academia de Ciencias Morales y Políticas y Doctora Honoris Causa de varias universidades españolas y latinoamericanas, y que era autora de más de veinte libros. Con el libro que llevan ustedes en sus bolsas, Para qué sirve realmente la ética, ganó el Premio Nacional de Ensayo ¡Qué señora tan interesante!, pensé. 

Con esta idea en la cabeza, al día siguiente, lunes, me acerqué a la Biblioteca Pública más cercana a mi casa para buscar sus libros. En dos tardes, me leí las 180 páginas de Ética, publicado en 2005. El libro está transitado por un planteamiento muy práctico: cómo aplicar los principios morales a los distintos ámbitos de la vida personal y profesional. Esta señora no es interesante, ¡es muy interesante!, me rectifiqué. Que yo me leyera el libro en dos tardes, no significa que la Ética se aprenda en dos tardes. Eso parece que está circunscrito exclusivamente al ámbito de la economía. 

La ética– dice Adela Cortina–tiene que ver con el êthos, con el carácter que se forjan las personas y las organizaciones, con los hábitos que adquieren día a día para actuar de una forma excelente, desde la convicción de que hacerlo así es lo que corresponde. Y la ética tiene que ver también con la justicia, con ese percatarse de que cualquiera que sea afectado por una actividad social tiene que ser tenido en cuenta al tomar las decisiones que le afectan.

Es la pasión intelectual, amén de la ética, la que guía la mano de Adela Cortina, escribió Salvador Giner. Acaso fuera la pasión, acaso el corte de pelo a lo garçon que lucía en la primera foto que vi de ella, la razón por la que mi mente me llevó a una imagen de Edith Piaf, la cantante francesa. Las canciones de la Piaf condensan apasionadas historias en tres minutos. Del mismo modo, los libros y los artículos de Adela Cortina, son pura esencia y sus libros, nada voluminosos, algo que se agradece. A Adela Cortina se la entiende. Le gusta escribir con frases cortas, algunas tan secas como disparos. 

Si a Edith Piaf se la escucha con las tripas, a Adela Cortina se la lee con el corazón. Tripas y corazón son el atractivo emocional, el pathos griego, el que conduce el mensaje hasta la razón, al logos. Resulta difícil no creerse a Edith Piaf cuando canta desgarradamente, como resulta difícil no reflexionar leyendo a Adela Cortina. Es decir, el ethos, la credibilidad, el carácter. 

Ethos, logos y pathos, el aristotélico triángulo de la persuasión.

La ética sin proyección pública queda en el escapismo, dice Adela Cortina. Esto la convierte de muy interesante en interesantísima. Escribe y opina sobre todo aquello que inquieta  a nuestra sociedad. La suya es una ética a la altura de los tiempos que nos ha tocado vivir, con la que busca establecer unas bases mínimas para hacer el mundo habitable.  

Una de esas bases mínimas es la generación solidaria de confianza, un valor ético básico, imprescindible para que levantemos el ánimo en estos tiempos de desorientación.

La construcción de una cultura de la confianza es lo que confiere veracidad al relato al que me refería al principio. La confianza dota al relato de un valor ético.

Por eso –dice la doctora Cortina–, háganme caso los que tienen espíritu de empresa: lleven la ética al mercado, porque, por lo que dicen unos y otros, es la ocasión que vieron los siglos. Y si no lo es, al menos sabremos qué es lo que verdaderamente apreciamos… Cómo decíamos en aquel juego de la infancia ‘tú la llevas’, son los empresarios quienes ahora la llevan. 

Muchas gracias. Muchas felicidades, señora Cortina.



Jesús María Martínez-del Rey durante la Laudatio a Adela Cortina


©Jesús María Martínez-del Rey 
31/01/2017
© Know Square S.L.

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